Otro cuento sin final

Había una vez una chica que encontró para lo que nació en la vida.

Su propósito era limpiar, ordenar, barrer, trapear, recoger, lavar, regar, doblar. No, su propósito no era simplemente hacer las labores de la casa, su propósito era seguir las órdenes de la dueña de la casa.

¿Y qué más daba? Solo tenía que hacerlo ¿Y qué más daba? Solo podía hacer eso. 

No tenía vida. No tenía decisión propia. Tal vez ni tenía valor.

Solo le quedaba eso. ¿Para qué luchar por más si la respuesta era la misma?  No. No. No.  

Porque en un mundo donde el hombre vive y la mujer teme así son las cosas ¿Y qué más daba? Solo le quedaba cumplir su labor. 

Se levantaba a la 6; fingía dormir hasta las 9; preparaba su desayuno a las 10, tal vez 11; almorzaba a la 1; regaba a las 3; ordenaba los platos a las 4; barría a las 5; ordenaba a las 6; cenaba a las 8; lavaba los platos a las 9; se acostaba a las 10.

Eso era todo, no había más. Ya no le quedaban más fuerzas más hacer más. 

Prácticamente era un robot. Uno que un día se "reveló". 

- ¿Porqué? - murmuró bajito. Pensando que no era oída. 

- ¿Por qué qué? - fue sorpresivamente contestada. 

- ¿Por qué él puede salir y yo no? ¿Acaso no se va a enfermar también? ¿Por qué él si puede vivir y yo no? ¿Acaso es porque él es hombre y yo no? ¿Qué tiene él que le permite ser libre y vivir? ¿Por qué él si puede hablar y luchar por su opinión? ¡DIME! ¿Qué tiene él que yo no?  

Para ese punto ya no podía parar, lloraba, gritaba y gemía de dolor. Porque su vida fue rebatada y ya solo le quedaba ser un robot. 

- Ordeno, lavo, guardo, aseo, riego. Solo puedo ser eso. Solo se me permite ser eso. ¿Puedo salir? No. No. No. No puedo. Solo cuando hay presión puedo, pero ¿Qué pasa? Que solo hay presión y no orden y no sale bien. Nunca sale bien. No. No. No puedo. Nunca puedo. Nunca se puede. Siempre hay algo que lo impide. Entonces me hubieran dicho que eso era nacer, solo cumplir órdenes y nunca luchar por lo que se cree. No tener vida y solo seguir órdenes. Siempre tener miedo de la que te manda y perderte a ti misma. Al menos me lo hubiesen avisado a ver si así al menos pudiera haber elegido nacer.  

Y todo fue llanto.

Y todo fue dolor.

Y cuando pensó que le contestaría...nunca fue así.

No, no la dejó muda por las palabras que le soltó. 

No, tampoco está sorprendida o en shock. 

No, nada de lo que se puedan imaginar pasó.

Porque esa conversación, o mejor dicho monólogo, nunca existió

Nunca pasó. 

Nunca sucedió. 

Porque solo pasó en su cabeza robotizada.  

Porque solo fue la creación de su mente para mantenerse en el equilibrio de la cordura y de la inestabilidad.

Porque era lo único que le quedaba para poder soñar que vivía.

Porque era lo único que le quedaba para poder pensar que algún día viviría.

Pero nunca tendría alguna contestación que le satisfaga porque en el fondo sabía que no era real. En el fondo sabía que no estaba pasando, pero le reconfortaba saber que en algún lugar de su mente alguna vez pudo decir lo que pensaba.

 Y se lastimaba. Y se perdía.

 Pero así se hacía feliz en un mundo donde no podía serlo de verdad. 

 Viviendo su vida robótica, ordenada y sin una pizca de vida de verdad. 

 Solo estaba ella, regando las plantas, sin brillo en su mirada, imaginando lo que pudo ser, pero nunca será.



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